martes, 5 de octubre de 2010

Rojo muerto luego blanco. ¿O negro?

Recorre el piso y no dispone detenerse, gota a gota cubre todo lo que a su paso encuentra; ha manchado las cortinas y al orgullo. Repica el teléfono, cae la bocina y una turbia voz reclama al agonizante silencio. Más cálido el entablado y mas frio el cuerpo, ruidosa la confusión de el silencioso siniestro. Con la minora entre los dedos, casi en el suelo, intentando aferrar la vida, soltando el desconsuelo. Lanza al aire un suspiro ahogado, y derrama una gota de agua salada; se hace profunda la noche, y de fondo un leve tono para el teléfono. Suena un despertador, y marca las 5:00 a.m., pero solo una mosca se levanta; da un par de vueltas en círculo y de nuevo se posa en una helada nariz. Horas más tarde el zumbido se ve interrumpido por unos golpecitos en la puerta, que al no recibir respuesta deciden marcharse. De nuevo cae la noche, y esta vez asoma la luna, que triste contempla el reflejo de una sombra, que pobremente se aferra.
Entre una de las páginas diarias del vieres 8 de octubre de 2010 así: “Encuentran cuerpo sin vida, debido a los malos olores que el lugar despedía, se reportaron heridas en sus muñecas y una carta que así decía – Querido mundo que aquí terminas, o por lo menos para mí, ten la amabilidad de ser bueno con el destino y permitir que mi cuerpo se pudra aquí. No siendo más, solo digo, cuídate mucho, nos vemos por allá. – Tan terribles hechos serán investigados, para después ser bien informados”.
-Sábado 9 de octubre; yace el cuerpo en la morgue con su deseo violado, pálido e hinchado.
-Domingo 10 de octubre; reconocen sus huellas dactilares, unas cuantas llamadas, y charcos de gotas saladas. Una mujer que a gritos reclama, y pide salvación para el cuerpo de quien un día en su vientre engendraba.
-Lunes sin fecha; a nadie interesa.