jueves, 21 de febrero de 2013

Otneiv led sairotsih saL

Una historia necesita ser contada, porque una historia es una vida, llena de muchas. Una historia llena de historias que relatan el tiempo, los astros que se mueven, increíbles hazañas y desdichadas melancolías. Una historia en canciones, canciones que son historia, un mundo amorfo, imaginario, lleno de puntos y colores, que se vuelve más nítido cuando los acontecimientos suceden, cuando por alguna razón todo es algo, una historia. La arena que tan suave y áspera puede ser, una gota de agua, un poco de chocolate, canela y sueños. Un poco de amargo y añejo, con el aire fresco y frío; recorre el mundo y conoce todo eso que no conoce, inexplicable porque aún le desconoce. Es magma y está en el centro, fluye por donde sea, y mueve el mundo, protege el mundo, hace parte de todo y de nada, se funde en las rocas hasta fracturarse, crece con un árbol, viaja con el viento, es tinta, es palabras e historias, como energía y materia. Con las estrellas de la noche, con el negro tan profundo, contemplando desde lo alto, en la nieve, en el desierto. Desde lo profundo en el mar. No creo que pueda ser tan simple o complejo, mi entendimiento de la vida se reduce a esto. Las historias de mis sueños, en este lugar donde solo me siento. Escribo la historia que quiero vivir, la historia que quiero contar. El mundo que no… Los besos que anhelo, y el alma que cerceno, apartada aquí, donde no es lo que quiere. Como una quimera, con las partes de mi historia, con las circunstancias de mis noches y mi esencia. No cobra vida y se mueve mecánicamente porque funciona, pero sin vida. Se arrastra y se lamenta, en los ojos se ve el vacío pero es tan bella por fuera, tan horrible por dentro, tan cambiante y con tantas formas todo el tiempo. A la espera del destino.