viernes, 5 de octubre de 2012

Como Volando

Se prepara para dar el gran paso, un poco de magnesio para no resbalar, las luces acompañan los redoblantes, respira profundo, cierra sus ojos y se deja llevar. La multitud en silencio, ahora suaves los redobles y el reflector persiguiéndole. Una vuelta al aire y viene el cambio de trapecio, aprieta los dientes, se aferra fuertemente y suena un leve suspiro de alivio; disminuye la tensión, parece que ahora le han salido alas. No tardan mucho en las graderías para estallar con aplausos, se levantan de sus asientos y gritan, pero una pequeña niña con los ojos bien abiertos, parece resaltar entre tantos. La mirada de ambos se cruza y todo se hace más lento; fuertemente la niña desde las gradas percibe el intenso latir en el pecho del hombre que vuela, notando una pequeña gota de sudor resbalar por su ajado rostro. Sabe la niña que este es un momento importante, y no deja de seguirle. No falta mucho para concluir el acto, pero el tiempo si a duras penas se hace notar. Transcurre seguro, y descriptivo, sin omitir detalle. En cada inhalación se va la vida de cada uno, la niña deja correr una lágrima, parece que sabe lo que siente quien por última vez saludara al público y dará una venia. Pasa una mariposa revoloteando por el centro de la tarima y se posa en el hombro de este que ya ha bajado del trapecio. Suenan al fondo unos violines, amarga la melodía, y tienen por motivo una despedida. Dicen adiós al viejo que solía verse volando. Tantas las emociones que se encuentran revueltas, todos le aclaman, pero nadie le conoce, parece lo habitual con el fino toque del final.

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